Para irme conociendo un poquito mejor. Cosas que odio. Cosas que me hacen perder los nervios. Cosas que hacen que me cambie hasta el estado de ánimo. Cosas que me tocan tanto la moral, que hago cualquier cosa por evitar esas situaciones.
Empezaré por una que me ha pasado hoy. Estaba yo tan rícamente comiendo en el bar donde trabajo, y viene un gilipollas que "me conoce" y se pone a contarme historias de no se qué. ODIO profundamente que alguien que no esté comiendo conmigo me hable mientras como. Si estoy con alguien comiendo, hablo de tú a tu. Si estamos cuatro, hablamos entre nosotros. Pero él estaba de pie a mi lado, contándome no se qué historia que le pasó en un bar que parecía una cueva en su pueblo. ¿Qué se supone que hago? ¿Le miro a la cara por educación para hablar con él y dejo que me suelte todo el rollo para que cuando acabe la comida se haya enfriado y me la tenga que recalentar, o lo mando a tomar por culo dejando atrás la poca educación que me queda?
Odio la gente que pregona por la calle sus problemas, o que habla exageradamente alto, ya sea por llamar la atención o porque es su manera de hablar (incluyo diferentes especies, como por ejemplo, esa escoria que hace cola en el Space en la gala de tarde, excluyendo sólo a una mínima parte).
PC: Siempre hago referencia al Space, ya que es el que tengo al lado de casa y paso algunos domingos por delante y veo toda la chusma preparada para entrar. Supongo que Pacha y similares no se quedan cortos de criaturas extrañas dignas del más profundo análisis psicológico.
Odio a los pringados que ponen la música a toda hostia en el móvil. Sobretodo los que se las dan de raperillos. Lo de las pintas horteras, pase, ya que la gente va como le sale de los mismísimos por la calle, y con eso no me meto. Pero podrían meterse la música por el agujero que más les duela.
Odio a muerte el reagetón ese, o como coño se escriba. Es el único estilo de música (si es que se puede llamar así, claro está) con el que acabaría como acababan antiguamente con la gente. Cámara de gas, paredón, duchas ácidas, lo que sea a ese atentado contra la salud auditiva de toda persona.
Odio estar escuchando música en el ordenador y escuchar la mierda de "tirurí" del messenger cuando te hablan.
Odio a mi puto despertador.
Odio profundamente a tres personas (conocidas) en esta vida, y como era de esperar, tú eres una de ellas. Sí, sí. Tú.
Odio a una cantidad importante de famosos, y eso que no les he escuchado mucho, ya que cambio el canal nadamás ver aparecer a uno de ellos.
Belén Esteban es la famosa que más odio en este mundo. Sólo oírla hablar y escuchar todas sus memeces, me pone negro. Tengo hasta el plan ideado para cuando la vea en persona. Me hincharé a comer, y luego me tomaré un buen cafetito con sal. Me plantaré delante suya, y vaciaré todo el cargador (o estómago), que no es poco, delante suya (si la situación me permite salir airoso, quizá se lo haga encima y todo) y le diré algo que todavía no tengo pensado, pero que pronto decidiré.
Odio a los españoles. (Me explico). Somos (yo a veces también me incluyo) los peores clientes que se puede tener en un negocio.
Primero: Si tardan en atendernos, nos quejamos. Se supone que estamos tranquilos, hemos ido a relajarnos, comer algo, etc. ¿Por qué las prisas?
Segundo: Si es una mesa medianamente grande (de 4 para arriba), piden una cosa (por ejemplo un agua). Se la llevas a la mesa y te dice otro: "Ah! Pues yo quería una cerveza". Se la traes y te dice el otro: "Anda, tráeme a mi otra" y harto de dar viajes preguntas: "Alguien va a querer algo más?" nadie dice nada. Traes la cerveza que te pidieron, y va otro y te pide cualquier otra cosa. Ayer sin ir más lejos, una mesa de 6 españoles dio más por culo que toda la terraza entera del negocio donde curro (y estaba llena la terraza).
Tercero: No se levantan de la mesa así les digas directamente a la cara: "Estamos cerrando, iros yendo ya, hostia". Para pedir la comida, prisas, y ahora para irse, se están dos horas tomándose la copa. En mi caso, subiendo las mesas unas encimas de otras para cerrar, diciéndoles que íbamos a cerrar en cinco minutos y los desgraciados siguen ahí tan panchos (no un caso en concreto, sino en general. No sólo nos ha pasado una vez, sino miles).
Cuarto: Son los más porculeros. Vienen 8 alemanes y te dicen: "4 cafés con leche, 3 cafés solos y un refresco" (por ejemplo). Vienen 8 españoles y te piden: "1 café con leche descafeinado de sobre, otro normal con sacarina y la leche templada, a mi me traes una chandi, pero la pones más limón que cerveza, a mi un tinto de verano, pero me le echas un chorrito de martini rojo, a mi un café solo cortito, una copita de orujo, pero en vaso de tubo y sólo con una piedra de hielo, a mi un tío pepe y a mi una sin alcohol". Para colmo, te acuerdas de todo, y cuando vas a la mesa te dicen que les traigas algo más (sieeeeeempre, nunca falla).
Quinto: Los odio profundamente a todos cuando presumen de donde son y lo bien que hacen las cosas allí de donde vienen. Sobretodo los de una parte concreta del territorio español. Madrid. Tiemblo cuando veo madrileños, y me "enlato" las respuestas para tenerlas preparadas cuando sean necesarias. Me lo dijo alguien y es cierto: "A los madrileños, se sabe que son de allí con la segunda frase que te digan". Hoy, sin ir más lejos. Entran dos en el bar y dicen: "Queremos encargar dos paellas, a las 13:30 y para dos". "Muy bien señor, la tendrán hecha para esa hora". "Perfecto, es que somos de Madrid, y nos han dicho que lo primero que tenemos que hacer al aterrizar es probar la paella". Zaca! ¿Y a mi qué coño me importa de dónde vienen? Otra cosa que odio es: "Pues allí de donde venimos (curiosamente esta frase la suelen soltar también los madrileños) nos hacen las cosas de esta manera". Y porque no puedo (porque luego piden el libro de reclamaciones, y ya tengo tres reclamaciones coleccionadas, a la quinta puedo ir a juicio) que la respuesta inmediata que me saldría del alma en estos casos es: "Pues vete por donde has venido a que te lo hagan allí como a ti te de la gana y deja de tocarme los huevos, gilipollas". Pero no puedo, y me duele no poder.
PC: Aclaro que NO es cierto que los madrileños me caigan mal. De hecho, la pareja anteriormente mencionada son majísimos, y tengo familia en Madrid y amigos, así que no odio a los madrileños, sino que odio en general a los españoles a la hora de comportarse como clientes en un negocio, y odio que presuman de donde son (que se crean importantes por venir de una ciudad) y que me digan que allí de donde vienen hacen mejor las cosas. Me toca la moral.
Odio que se me acabe el agua caliente en invierno. Salir en toalla al patio a mirar qué coño le pasa a la caldera es una experiencia que no recomiendo a nadie.
Odio ser impuntual. Si la gente es impuntual, a mi me la suda. No me molesta esperar a los demás. Lo que me molesta es ser yo el impuntual.
Odio que me llamen cielo. Cariño, amor, tesoro y cosas cursis por el estilo, son aceptables (de hecho, yo las digo). Pero cielo... Me entra de todo cuando me lo llaman.
Odio que me regañen por algo que he hecho mal, pero que no me feliciten por algo que he hecho bien. Está claro que te pueden echar una bronca si has hecho algo mal, pero hay que compensarlo con una felicitación cuando haces algo bien. Sino, se acumulan sólo broncas, y acabas quemándote.
Odio a la gente que me utiliza (a mi o a otras personas). Te tratan como un rey, hasta que consiguen lo que querían y te dan la puñalada por la espalda luego. Les deseo a todos una larga vida llena de desgraciadas desgracias.
Odio la situación que se crea al hacer una broma o contar un chiste y que la gente no se ría.
Odio cuando vas por una autopista, con un coche mínimamente potente y viene uno a vacilarte, poniéndose a tu lado e intentando picarte para ver cuál de los coches es más potente. A esa gente sólamente les deseo un susto de muerte (que no la muerte) para ver si escarmientan y se dejan de gilipolleces al volante. También odio a la gente que para adelantar pega el morro de su coche al culo del tuyo. No por más cerca que te pongas, van a dejar de venir coches por el carril contrario. A esa gente les deseo un choque frontal al producirse un frenazo del coche que llevan delante, y una amputación de algun trozo de mano (o entera), alguna pierna o algo. Una gran secuela, a ver si escarmientan. Puestos a odiar en la carretera, odio la gente que NO se espera a que pases totalmente para poner las luces largas cuando es de noche y vas por la carretera. Están delante tuya, y segundos antes de que les pases ponen las luces largas. Lo que provoca (almenos en mi, que soy ultrasensible a la luz) una ceguera de unos segundos y un tocamiento de cojones increíble. ¿Qué coño cuesta esperarse dos segundos a que yo haya pasado del todo? A esos les deseo ceguera de por vida.
Y para acabar de odiar de una puta vez, resumiré mis odios diciendo que me odio a mi mismo, por ser como soy, pero que esa es también la razón que hace que me ame tanto.